Ha cambiado mi apetito, ¿será por el bebé?
“Algunos alimentos ya no me apetecen, incluso me dan asco y no los como. De todas formas tengo hambre todo el tiempo, tengo que comer, sí o sí, necesito azúcar, tengo “antojos de embarazada”. Seguramente mi bebé me los pide, ¿o no? Mi abuela decía que había que satisfacer los antojos porque las manchas en la piel del bebé aparecían por no hacerles caso”.
Otra vez ¡son las hormonas!
Existe un período en la vida de la mujer en el cual abundan las creencias sin fundamento científico e ideas equivocadas: es lo que se refiere a la alimentación durante el embarazo. Sin embargo, los antojos irresistibles y las ansias por comer sin límite aparecen generalmente al comienzo del embarazo, en un momento en que el feto mide apenas 15 cms. y pesa menos de 200 g., y por lo tanto no tiene necesidades tan importantes como las que se le atribuyen a menudo.
Con el embarazo aparecen además las modificaciones hormonales con su trasfondo de cambios emocionales, que incluso para ciertas mujeres representa una situación de introspección y cuestionamientos, ¿quién soy? y ¿qué clase de madre seré? En resumen, las angustias legítimas que acompañan a este gran cambio de vida, pueden estar presentes, aunque muchas veces confusas. Tú estarás buscando un equilibrio entre una cierta ruptura con el pasado y una continuidad en el futuro, es un proceso normal: tu vida cambiará con el pequeño ser a quien darás vida.
Náuseas, antojos, hambre excesiva: un trío muy molesto
Los estrógenos alteran el sentido del gusto, cambiándolo, y el olfato se exacerba, sin tomar en cuenta las náuseas que pueden adicionarse a todas tus reacciones. Esto no debe inquietarte porque por lo general solo se presenta durante el primer trimestre. Sin embargo existe el riesgo, tal vez sin que te des cuenta, de modificar notoriamente tu alimentación y caer en desequilibrios que instalan una "alimentación-pulsión". Esto no reviste mucha importancia si el resto de tu alimentación sigue siendo variada y equilibrada, si no tiene repercusión en tu curva de peso y si el incremento ponderal es el adecuado.
Por el contrario, si te preocupa tu peso, saca cuentas: ¿Cuántas fueron las comidas en el día de ayer?, ¿de qué estaban compuestas?, ¿estuve comiendo cualquier cosa entre las comidas?, ¿cuáles y con qué ritmo?.
Mediante una alimentación suficiente, variada y equilibrada (ver el artículo “Cambian mis necesidades, ¿cómo organizar mi alimentación?”) desaparecen las necesidades insatisfechas de tu organismo, las que, según algunas teorías, generarían tus “antojos de embarazada”.
Solución: 4 comidas y 2 colaciones
Aprende a decodificar tus rechazos: según la hipótesis expresada por un grupo de investigadores de Nueva Orleans, se trataría de la expresión de un resguardo natural que protegería a tu bebé de los riesgos alimentarios. Procura asumir la realidad, informándote acerca de tus necesidades alimenticias y las de tu bebé, asimismo acerca de las precauciones que hay que tomar para evitar intoxicaciones alimenticias (ver el artículo “¿Acaso soy más frágil ahora?”).
En cuanto al hambre excesiva, puede explicarse debido a la nueva forma de funcionamiento de tu organismo, que te hace más sensible a las hipoglicemias. Al distribuir adecuadamente tu alimentación durante el día, puedes llegar a manejar el hambre excesiva y a disminuir las náuseas. Consume 4 comidas livianas y equilibradas (desayuno, almuerzo, comida, y cena), con cantidades suficientes de hidratos de carbono complejos (ver la ficha “Hidratos de carbono”) y 2 colaciones saludables entre las comidas (a las 10 y 16 horas). Si debes vigilar el aporte de calorías, deberás cuidar tu consumo de alimentos que aporten gran contenido de grasas o de azúcares.
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