La importancia afectiva de los peluches
Mi bebé no puede dormirse sin abrazar su peluche preferido. Lo lleva a todas partes: a la guardería, de paseo, a casa de los abuelos… ¿Le sirve para tranquilizarse? ¿Hasta cuándo lo va a necesitar?
Cualquiera que sea su nombre (Osito, Lulú...), el peluche preferido tiene una gran importancia para el niño. Cuando lo pierde o hay que lavarlo es un drama. ¿Qué pensar y cómo abordar esta historia de amor a veces un tanto complicada?
El peluche preferido como compañero inseparable: un poco de historia
En África negra y en el Magreb, los niños no tienen peluches preferidos. Sin embargo, hay que reconocer que durante meses están literalmente enganchados a su mamá y que a menudo siguen durmiendo en la cama de los padres hasta los 3 o 4 años. En nuestros países, la situación es diferente: el peluche preferido está generalizado y desempeña un papel importante.
Si bien hasta hace veinte años no se le prestaba atención, en la actualidad se reconoce la importancia afectiva de estos amiguitos, cuyo olor y tacto tranquilizan al bebé.
El peluche preferido irrumpe por lo general en la vida de un bebé entre los cinco meses y el año. Entre todos sus peluches, elige uno y no necesariamente el que nos parece más bonito. El bebé tiene sus propios criterios: su peluche preferido debe ser suave, agradable al tacto y al mordisqueo, y tiene que oler a mamá y a su universo familiar.
Es inútil, pues, querer influirle para que elija este u otro peluche.
El peluche preferido como objeto transicional
El peluche preferido tiene un papel fundamental para el bebé: es el primer objeto que posee realmente. Su función es hacer la transición entre su burbuja familiar y el mundo exterior, entre lo real y lo imaginario, entre la presencia y la ausencia. Por eso se denomina "objeto transicional", término acuñado por Donald Winnicott, Pediatra y Psicoanalista británico.
El peluche preferido te sustituye cuando no estás. Permite, así, que el bebé se tranquilice cuando va a la guardería o está con la niñera.
¿Tu pequeño no tiene peluche preferido? Eso significa que no lo necesita. Sin duda ha encontrado otra forma de reconfortarse: chuparse el dedito, una cancioncita, etc.
Beneficios emocionales de los peluches
Los peluches no solo ofrecen consuelo y seguridad, sino que también pueden ayudar a los niños a desarrollar habilidades emocionales, como la empatía y la expresión de emociones.
Además, los peluches pueden convertirse en confidentes y compañeros de juego, fomentando la imaginación y la creatividad de los niños.
¿Qué hacer en situaciones delicadas? Trucos para padres
El bebé lleva su peluche preferido a todas partes. Cuando se lo deja en la calle o lo olvida, puede ser un drama. Para evitarlo, puedes comprar dos ositos... ¡pero desgraciadamente eso no siempre basta! A continuación, te damos algunos trucos para hacer frente a estas situaciones delicadas:
- ¿Perdiste al Osito mientras estabas de compras? Es el momento de sacar a su doble, aunque debes tener cuidado porque los niños no son tontos.
- Saliste por todo el día y, con las prisas, dejaste a Osito en casa. Para compensar, bastará con duplicar las caricias y los besos. Se supone que el peluche preferido te sustituye a ti. Por lo tanto, esta vez puedes ocupar tú su lugar.
- ¿Hay que lavar al Osito? Hazlo cuando el bebé no lo necesite y no te olvides de meterlo en la secadora para acelerar la operación. Si es necesario, déjale a su doble mientras tanto. Otro truco: lava también con regularidad a su doble para que los dos tengan el mismo olor y el mismo desgaste.
- Si Osito ya está destrozado, pero resulta imposible tirarlo... Dile que lo vas a arreglar. Explícale, por ejemplo, que Osito va a pasar un día con la abuelita para recuperarse y que volverá en plena forma.
Diversidad de objetos reconfortantes
Algunos niños eligen un peluche suave, otros un trozo de tela o un juguete de plástico. Otros, en cambio, una canción infantil o un gesto propio, como enroscarse una mecha de pelo alrededor del dedo simplemente.
¿El niño no consigue apartarse de Osito? De nada sirve intentar obligarlo, solo él decidirá el momento oportuno para dejar su peluche preferido, por lo general entre los 3 y los 6 años. Si tiene más de 6 años y aún sigue aferrado a su peluche preferido, hazle entender que ya es mayor, que puede guardarlo en la habitación pero que tal vez ya ha pasado el momento de cargar con él a todas partes.
Cada niño tiene sus propias formas de encontrar consuelo y seguridad. Los peluches y objetos reconfortantes desempeñan un papel importante en su desarrollo emocional y ayudan a hacer frente a la transición del mundo familiar al mundo exterior.
Respeta y comprende la importancia afectiva de los peluches en el crecimiento de tu hijo.
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