La importancia de la autoestima
Puede que hayas notado que tu hijo, de pocos años, se comporta de forma insegura: no se atreve a hacer algunas cosas él solo, le cuesta relacionarse con otros niños, no consigue progresar en sus primeros aprendizajes escolares, se rinde al primer intento y tiene un sentido del ridículo muy acentuado.
Si has experimentado esto y aunque quizás tu hijo es muy pequeño todavía, seguramente te preguntarás si puedes hacer algo para conseguir que viva las cosas sin pasarlo tan mal, de una manera más libre y espontánea. La respuesta es sí.
La seguridad en uno mismo es fruto del convencimiento de que se tiene capacidad suficiente para manejar algunas situaciones con éxito y que se puede ofrecer algo valioso a los demás. Esta seguridad es consecuencia de la autoestima.
La autoestima es lo que cada persona siente hacia sí misma y se construye a partir de las propias comparaciones con los demás, y de acuerdo con las reacciones de los demás hacia él.
La imagen de sí mismo, que empieza a construirse durante la infancia y el grado de complacencia que le produce esta imagen son dos realidades que se irán modificando a lo largo de toda la vida en función de las nuevas experiencias, de la propia conciencia y de las nuevas reacciones que tengan los demás.
Las reacciones de las personas que son más importantes para el niño desde un punto de vista afectivo (padres, familiares, profesores o amigos), son las que producen más impacto en su autoestima. Estas personas actúan como espejos en los cuales el niño ve reflejada la imagen de sí mismo. Si los sentimientos son positivos, el niño recibirá un reflejo que le gustará, con el que se sentirá bien y que le ayudarán a aumentar su autoestima. Si los sentimientos son negativos, el reflejo que verá será feo, sin valor y no merecedor de cariño. Ese reflejo le causará dolor, rabia y provocará el rechazo a su propia persona y el descenso de su autoestima.
Por eso, la familia es fundamental en el desarrollo de la autoestima. Potenciar los logros de tu hijo y hacerle ver sus cualidades es necesario para su desarrollo y al mismo tiempo para que esas buenas acciones se vuelvan hábitos y valores.
Algunos consejos:
- Felicitarlo cuando hace bien algo.
- Conversar con él sobre lo que le asusta o le da vergüenza.
- Hacerle ver que todo el mundo tiene defectos y se equivoca.
- Si hace algo malo, regáñalo pero nunca lo descalifiques. Es mejor decir: “Esto no se hace”, que decir: “Que tonto eres, hasta cuándo”.
- Conversar con él sobre sus logros por pequeños que sean.
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