La siesta
Dejar la siesta es un proceso gradual para los niños, que rara vez sucede de un día para otro y que idealmente no debiera ocurrir antes de los tres años. A veces los bebés de seis meses dejan de dormir su siesta porque la movilidad que han ganado los tiene tan ocupados y entretenidos que no quieren detenerse y dormir. Los niños mayores a veces dejan la siesta cuando comienzan a darse cuenta de las cosas que se pierden cuando duermen. Esto puede verse acentuado también por la llegada de un hermano a la casa.
Los niños también suelen dejar la siesta cuando hay un cambio importante en sus vidas como una mudanza o la separación de los padres. Todos estos casos son inusuales, pero cuando tu hijo realmente está listo para dejar la siesta, comienza por hacerlas más cortas y termina saltándose la siesta por varios días.
Aquí te damos algunos consejos para que te asegures que tu hijo está teniendo el descanso que realmente necesita. Recuerda que el hecho de que tu hijo no duerma un día no significa que está listo para dejarla:
1. Sigue poniéndolo a dormir siesta, incluso si no durmió el día anterior. Si tu hijo se saltó una siesta no te rindas en seguirlo intentando. Mantenerle el ritmo y el horario de las siestas le recordará a su cuerpo que es momento de descansar. Si no lo intenta, su cuerpo puede perder su ritmo natural de sueño.
2. Haz que la transición previa a la siesta sea consistente. Todas las actividades previas a la siesta debieran ser más tranquilas para que tu hijo se empiece a relajar. Si se puede crear una rutina que se repita día a día, mejor.
3. Crea y mantén una hora de siesta: El cuerpo humano crea ritmos de sueño. Trata de observar a tu hijo y ver la hora en que está más somnoliento. También es importante adaptar este horario a las rutinas familiares de manera que la hora de siesta se pueda mantener en el tiempo.
4. Prepárale un lugar agradable para la siesta: A algunos niños les gusta que su pieza esté oscura, a otros les gusta el silencio y así hay innumerables detalles que pueden propiciar un buen descanso. Fíjate en qué le gusta a tu hijo y trata de aplicarlo. Recuerda que los niños necesitan descansar, aún cuando no duerman.
Deja que él descubra cómo encontrar el sueño: una vez que hayas aplicado todos los pasos anteriores, es hora de dejarlo que él descubra cómo dormir. La idea es que lo logre solo y que su siesta sea un momento de descanso para ti también.
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